miércoles, 18 de septiembre de 2013

LOS MARTES CON EL DIABLO

En Terrassa hay un grupo de entrenamiento de gran nivel que quedan todos los martes, el líder del grupo es Bartolomé Serrano, alias Jim, un ex-atleta profesional local al que sus fieles llaman Dios. Por este motivo se hacen llamar "Los martes con Dios". Plagiando un poco a esta buena gente, con el título de esta entrada del blog resumo lo que será parte de esta temporada para mí. Si queréis conocer más cosas sobre Bartolomé Serrano, pinchad aquí.

Hasta el verano pasado mis entrenamientos intersemanales eran miércoles y viernes tarde, pero por motivos de organización y agenda familiar he tenido que cambiar por martes y jueves a partir de las 18 horas. Esta semana ha sido mi primera salida con el nuevo horario y de momento el martes tarde solo puedo coincidir con Juanjo que a parte de ser mi primo y compartir conmigo el interés por evitar el asfalto, al salir solos y sin tener compañía que nos frene, para mí se ha convertido en el mismísimo diablo, pero como de momento no ha conseguido exterminarme del todo,  dejo aquí un resumen del entrenamiento del pasado martes 17 de septiembre:



Quedamos a las 18:15 en el C.N.Terrassa. El diablo calza zapatillas nuevas, yo también. Decidimos ir a la Font del Troncó. Subimos charlando por la carretera de Rellinars mientras calentamos. A la altura del restaurante La Hípica abandonamos la carretera y nos incorporamos al camino de tierra que empieza a subir progresivamente. De repente, yo que no soy de sudar, noto como se me humedece todo el cuerpo y eso que la temperatura no es muy alta, aunque la humedad sí. También noto que no hablo tan fluido como hace un rato. Conclusión: el "joío" del primo ya ha cambiado de marcha.

 A medida que avanzamos el camino se va haciendo poco a poco más pendiente y el ritmo no decrece, "por suerte" Juanjo decide abandonar el camino principal y coger un atajo en forma de sendero-camino de cabras. El que haya ido alguna a la montaña sabe que los atajos como su propio nombre indica son más cortos, pero a cambio hay que pagar con el peaje del porcentaje de la pendiente, pedruscos, agujeros, ramas, troncos, zarzas ... Y hablando de zarzas, como premio al esfuerzo a mitad de subida entre salto y salto me encuentro con un regalito desde la vanguardia, un latigazo de una enorme  rama de un zarzal que se me engancha alrededor de toda la camiseta, por suerte consigo desenganchar (no fácilmente) y sin perder mucha masa corporal.

Conseguimos salir por fin de la trialera al camino ancho, donde nos podemos dar el lujo de recuperarnos un poco del camino de cabras en unos 200 metros de enorme  pendiente. A partir de aquí corremos sin sentir las piernas y a buen ritmo  hasta la fuente del Sr.Ramón ( yo siempre detrás). Quedan casi 3 quilómetros hasta el Troncó y decido ponerme delante un rato, como me encuentro bien aprieto un poco y cojemos un buen ritmo hasta llegar a la fuente del Troncó, mitad de camino, sudando como un cerdo y hecho polvo. Bebemos agua, en este caso bendita y nos refrescamos los recovecos del cuerpo que pensamos están más necesitados de refrescar.

A partir de aquí, el diablo se pone otra vez al mando. Tengo claro que el camino de ida no será el mismo que el de vuelta, porque nunca lo hacemos. Oigo unas palabras de esperanza cuando dice que le duelen las piernas mientras pasamos de largo la font del Troncó. Imagino  entonces que bajaremos por una trialera de 500 metros hasta la Font de l'Alba y después otra vez al club rodeando la carretera de Rellinars, un camino un poco largo pero casi todo en bajada.

Pues no, el señorito dice que por ahí es muy largo y a cambio me regala una ascensión por un puto sendero de un kilómetro con una pendiente acojonante, llena de grietas por la erosión, de pedruscos, ramas, más pedruscos y grietas, raíces ... y evidentemente a mitad de camino tenemos que empezar a caminar (suerte que le dolían las piernas y que conocíamos el final). Finalmente esta trialera da con nuestros cuerpos a pocos metros de los depósitos que están por encima de Les Foradades.

Ahora sí que toca bajar, empezamos a descender por una pista ancha hasta la base del Pico del Àguila y una vez allí en un cruce de caminos, nos desviamos a la izquierda por un estrecho sendero que bordea la montaña que conocemos de sobras, muy bonito y técnico. Nos lanzamos a muy buen ritmo esquivando àrboles caidos, raices, ramas bajas, piedras, agujeros, ciclistas que suben, corredores que suben, ... Es el momento de disfrutar y al grito de IUJJJJUUUUU!!!! bajamos como las cabras hasta la cadena donde acaba la subida de Fátima y seguimos bajando ahora por la pista ancha y saltando como locos hasta el Sanatorio.

A estas alturas ya hubiera acabado el entrenamiento, pero había que regresar. Volvemos por el Camí de Can Bogunyà un poco más suavemente, pero todavía a buen ritmo, seguimos por Can Roca hasta llegar a la Abat Marcet y de aquí a casita.

Total unos 15 quilómetros en poco más de 1hora 15 minutos. Una vez en casa necesité para recuperarme un litro de Aquarius, medio litro de agua y una cerveza. Aparte de un buen rato de estiramientos y agua fría en las piernas durante cinco minutos.

Esta semana puedo contarlo, la próxima ya veremos.